sábado, 21 de julio de 2012

Cercenaduras educativas

Pensaba titular esta disquisición con las palabras “Recortes educativos”, pero como este primer vocablo no tiene a día de hoy ni una sola connotación positiva he pensado que cualquiera que leyera ese encabezado me iba a mandar de forma instantánea a freír morcillas, así que he buscado en los sinónimos del Word (sí, todos lo hemos hecho alguna vez, que nadie me lo niegue) y me ha salido la palabra cercenadura. No la conocía, así que de golpe he conseguido un enunciado algo más original y, de paso, aprender una palabra nueva, que nunca está de más. En cualquier caso lamento decir que sí, en efecto, tengo la intención de hablar (brevemente) de recortes.

Mi única intención es proporcionar al lector un punto de vista desde uno de los afectados, un profesor de secundaria. Quiero aclarar, antes de nada, que esto será una opinión de una única persona, uno de los varios miles de profesores y maestros que, de momento, hay en este país, aunque, sinceramente, creo que no seré el único con esta particular visión.

Se ha oído mucho de las quejas del gremio y da la impresión de que nuestra preocupación primordial es el sueldo, que solamente nos afecta el dinero y que no nos toquen la nómina. O también que hemos de impartir más horas de docencia y no nos quedará tiempo para tomarnos el café de media mañana. Quizá no me crean, pero aseguro que esos son los menores de mis recelos. No digo que no me importe, pues sería del género idiota elegir cobrar menos y trabajar más pudiendo ser al revés, pero son infinitamente más relevantes las pésimas condiciones que está adquiriendo uno de los pilares fundamentales de cualquier sociedad: la educación.

Lo que mucha gente desconoce es que existen otras muchas medidas que a quienes afectan es a los propios estudiantes. Se aumenta el número de alumnos por aula, se prescinde de una amplia cantidad de horas de apoyos y refuerzos para los chicos con más dificultad, se mete la tijera en adquisición de materiales, libros, bibliotecas, informática, fotocopias... Podría seguir pero creo que sobran explicaciones. Lo que quiero decir y sentenciar es que los que van a recibir la peor parte de todo este sistema de intentos de mejorar España son ellos, sus hijos, nietos, hermanos, sobrinos. Hablando por mí, afirmo sin que me tiemble la voz (o los dedos tecleando) que hago todo lo que está en mis manos por poder transmitir a cada uno de mis pupilos mis básicos conocimientos; y las escasas horas de que he podido disponer entre clase y clase, a las que añado otras muchas en casa, han ido siempre destinadas a preparar sesiones, ejemplos, ejercicios, exámenes..., todo siempre en beneficio del alumno.

Ahora bien, si, por ejemplo, me restringen brutalmente el número de fotocopias de que puedo  disponer, ¿de qué me sirve preparar tres completas caras de ejemplos y ejercicios resueltos si el riesgo de pasarme del cupo permitido me va a imposibilitar entregar un ejemplar a cada escolar? De nada servirán ahora las nuevas tecnologías, la apasionante posibilidad de proyectar o trabajar de forma virtual los contenidos será ahora una utopía por falta de computadoras o de proyectores. Por no hablar de esos alumnos que no pueden (o no quieren) seguir el ritmo de la clase. Hasta ahora, en determinadas materias, había profesores que podían tratarlos aparte; ahora, me temo, tendremos que estar en clase con 35 ó 40 chicos, algunos con un nivel normal, otros con ganas pero sin nivel, otros sin ganas y otros sin tan siquiera dominar el idioma. No seré yo quien tire la toalla, seguiré exprimiéndome al máximo para intentar inculcar en esas 35 ó 40 cabecitas todo lo que pueda, pero cualquiera entenderá que no puedo garantizar el éxito.

No nos podemos olvidar de que, de aquí a unos años, de estas aulas deberán salir no solamente los médicos que nos curen y los arquitectos que construyan nuestras viviendas, sino también el mecánico que arregle nuestro viejo vehículo o el fontanero que repare ese conducto atascado en el lavabo. Quizá suene a tópico, pero no se puede pretender que una semilla origine un árbol que proporcione buena fruta si no se ha regado y abonado de forma adecuada.

Así pues espero que el amable lector que haya perdido cinco minutos de su valioso tiempo leyendo estas reflexiones, cuando escuche quejas, manifestaciones y reivindicaciones varias por parte de nuestro gremio, no nos tache radicalmente de peseteros y egoístas de buenas a primeras ni nos haga el blanco de sus dardos. Entiendo perfectamente que quien está en el paro y le cuesta llegar a fin de mes vea, a bote pronto, infundadas nuestras críticas, pero espero que la gente pueda entender que existen muchos profesores que están realmente preocupados por la preparación de las generaciones venideras. O al menos uno.

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